«Todo tiene su tiempo», pero estoy desesperada, ¿qué hago?

Escrito por el 07/09/2022

Si pudieras recordar las veces en las que te has sentido desesperada, ¿cuáles serían?

Tal vez cuando estabas a punto de recibir el correo de admisión para una escuela, el resultado de un examen importante, una llamada de ese trabajo por el cual te has esforzado tanto para conseguir, o que el chico por el que estás orando empiece a hablar contigo. Aunque también pudiera ser una situación difícil, una enfermedad, una situación de angustia o una pérdida.

Según el diccionario de la RAE, la palabra desesperación significa: «Pérdida total de la esperanza; alteración extrema del ánimo causada por ira, despecho o enojo; pérdida de la paciencia o de la tranquilidad de ánimo causada generalmente por un mal irreparable o por la impotencia de lograr éxito».

Ahora bien, en nuestro caminar cristiano, la desesperación se puede ver de diferentes maneras. Nos sentimos sin esperanza y dejamos de buscar ayuda en el Señor, o podemos irnos al otro extremo en el que hacemos todo lo posible por tratar de salir de esa situación o circunstancia difícil en la que nos encontramos, pero por nuestras propias fuerzas.

En la Biblia podemos ver algunos ejemplos: Moisés, Abraham y Sara, Saúl, David, el mismo pueblo de Israel, etc.… Cada uno de ellos reaccionaron y actuaron de diferentes maneras ante la desesperación, ya sea por su falta de paciencia, o por falta de esperanza. 

El pozo de la desesperación

Yo he estado en el lado de la desesperación muchas veces y es posible que ahora mismo tú te encuentres en ese lugar. El rey David lo llama «pozo de desesperación» (RV60), y ¿no es así cómo se siente literalmente? Como si estuvieras en un pozo, sin salida, con temores, miedos, angustias y ansiedades. 

Sin embargo, la desesperación normalmente nos lleva a la desobediencia, y estoy segura de que la raíz de esa desesperación es la falta de fe (Hebreos 11:1,11:6). Cuando nos desesperamos, no estamos creyendo que Dios tiene el control sobre nuestra vida, nuestra situación o nuestra circunstancia. La confianza y la esperanza son lo contrario a la desesperación, y como hijas de Dios, nuestra confianza y esperanza deben estar en el Señor. 

«Porque Tú eres mi esperanza; oh Señor Dios, Tú eres mi confianza desde mi juventud». -Salmo 71:5

¿Qué hago?

Pero ¿cómo salgo de ese pozo? Bueno, David nos regala un precioso Salmo en el cual nos describe lo que él hizo, lo que Dios hizo y por qué, así como la promesa que Dios nos da cuando confiamos en Él.

«Esperé pacientemente al Señor, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, y temerán y confiarán en el Señor. Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza…». -Salmo 40:1-4

En medio de su desesperación, David:

  1. Esperó pacientemente
  2. Clamó a Dios
  3. Alabó a Dios

Aun cuando nuestra tendencia sea tratar de solucionar la situación, o quedarnos sin hacer nada y con la esperanza por los suelos, debemos voltear nuestra mirada a Cristo, y correr a Él. Debemos hacer lo que Él nos pide que hagamos: esperar en Él. 

Sé que estar en el pozo de desesperación no es fácil, pero en Su palabra podemos encontrar ánimo y restauración para nuestro corazón. David lo tuvo, Dios se lo dio, Dios le dio la confianza que David necesitaba cuando se sentía dentro de ese pozo y no solo eso, Dios:

  1. Se inclinó a él
  2. Oyó su clamor
  3. Lo sacó del pozo de desesperación
  4. Asentó sus pies sobre la roca 
  5. Afirmó sus pasos

Y todo esto, ¿para qué? Para que muchos vean, teman y confíen en Dios (v.3).

Tal vez aún no es el tiempo para que Dios te saque de ese pozo, o tal vez estás intentando salir por tu propia cuenta. Te animo a recordar hoy que eres parte de ese plan que el Señor ha escrito para Su gloria, Él se glorificará en ti aun en medio de tu desesperación. Dios sigue siendo el mismo Dios de David, y Él tiene el mismo poder para sacarte de allí como lo hizo con David. Solo espera, alaba, clama a Él y reconoce que Dios es tu ayuda y tu libertador. 

¿Confías en la voluntad de Dios en medio de tu desesperación? ¿Crees que aún allí Dios tiene un propósito para tu vida? ¿Crees que debas ser más intencional en ir a Cristo? ¿Crees en la promesa de Dios de que Él te hará bienaventurada si confías en Él?

«Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente; Tú has dado mandamiento para salvarme, porque Tú eres mi roca y mi fortaleza». -Salmo 71:3

 

El artículo de Natalia Tello fue publicado por Aviva Nuestros Corazones y usado con permiso. 

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