5 tips para enseñar a los niños a orar

Escrito por el 02/11/2016

Entonces le trajeron [a Jesús] algunos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.  Y después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí. (Mt. 19:13–15).

Si dibujáramos este bien conocido pasaje de la Escritura en una pizarra, tomaríamos en cuenta los personajes principales, Jesús, y los discípulos. Pero hay unas personas muy importantes que no debemos ignorar. En primer lugar, a aquellos que trajeron los niños a Jesús.

Aunque desconocemos sus nombres, ellos hicieron algo bueno y santo, movidos por la fe condujeron estos niños a Jesús y les permitieron tener comunión con Él.  Debido a su acción, los niños recibieron la bendición de, fueron motivo de oración de, y estuvieron contacto con el Salvador.

¡Ah! ¡Qué bueno haber podido ser una de esas personas! —de nombre desconocido, pero noble—que trajeron estos niños a Jesús. ¿Qué hermoso legado dejaron! Me imagino que hoy deben experimentar gozo en el cielo.

Nuestra oportunidad personal

Este pasaje me recuerda que también debo traer los niños a Jesús, cada día. Muchos lo hacemos. En mi hogar con cinco niños, me pregunto, ¿los guiaré a Cristo hoy?

Necesitan a Jesús—Su presencia, un oído que les escucha y una palabra de bendición.

Hebreos 7:25 nos dice que “Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.” Cuando enseñamos a los niños a orar, los estamos conduciendo directo al abrazo de bienvenida de Jesús.

Ya que he enseñado a mis hijos a orar, les comparto 5 reflexiones que han probado ser útiles.

1. Modela la oración en tu propia vida

No es un error que en Deuteronomio 6, antes de Dios instruir a los israelitas a que grabaran Su Palabra en el corazón de sus hijos, Él les instruye a que Su Palabra estuviera grabada primero en sus propios corazones.

Él quiere que vengas a Jesús y que disfrutes una vida de oración vibrante.

¡Entonces tendrás algo de qué hablar! Le contarás a tus hijos sobre tu deseo de orar sin cesar, las dulces horas de oración que han traído gracia a tu vida, así como de las horas vacías que desearías haber llenado con oración.

Una vez que la oración se vuelve una realidad (no perfecta) presente en nuestras vidas, podemos invitar a nuestros hijos a orar con nosotros. Orar antes de comer o al momento de acostarse, cuando todos estén haciendo travesuras y las cosas parezcan ir pésimamente; o cuando todos se comporten bien y las cosas marchen sin problemas.

Que la oración sea nuestra primera respuesta y la lengua materna que hablamos en el hogar.

2. Pide a Dios que haga florecer la vida de oración de tus hijos

Con regularidad pide a Dios que mueva los corazones de tus hijos para atraerlos a la oración. Pide a Dios que encuentre a tus hijos, los acerque a Él y los ayude a experimentar la bendición de derramar sus corazones al Señor.

3. Rodea a tus hijos con la Palabra, cántenla y memorícenla juntos

Las palabras de Dios se entretejerán en las oraciones de tus hijos, ayudándolos a entender los caminos de Dios y a acercarse a Él conforme a Su voluntad (1ª Juan 5:14-15). Tus hijos se regocijarán y afirmarán su fe cuando Dios les conceda sus peticiones que nacieron de la semilla de la Palabra.

4. Dales suficiente tiempo de inactividadpara que sus mentes se vuelvan a Dios

Cuando era niña, hablaba con Jesús, cuando me desconectaba de las demandas del mundo. Recuerdo patinar en nuestro sótano sin terminar y mecerme en los columpios durante horas, cantándole a Dios y orando. Oraba cuando tocaba el piano cada día después de la escuela y al nadar para el equipo de nado. Y cuando estaba quieta por las noches en la cama, pensaba en Dios y derramaba mi corazón a Él. Estas horas me sostenían y se convirtieron en la base de una relación de por vida con Jesús. Estoy agradecida de que mis padres procuraron que tuviera tiempo y espacio para orar.

Con el ejemplo de mis padres en mente, de manera intencional yo me aseguraba que mis hijos tuvieran tiempo libre durante el día. Los motivaba a explorar, crear, descansar, cantar, escuchar música, bailar y ejercitarse de manera que mientras ejercían mayordomía sobre sus mentes físicas y sus cuerpos, Dios conquistara también sus corazones. Cuando miro por la ventana de la cocina y veo nuestra hija pequeña mecerse en el columpio del patio, pido al Espíritu Santo que la encuentre y tenga comunión con ella.

5. Enséñale a tus hijos sobre la oración

La oración puede ser lo más importante que enseñemos a nuestros hijos. Busquemos maneras creativas de describirles la oración y de equiparlos para orar. En la medida que crecen, nuestros hijos necesitan ideas frescas, instrucciones más profundas y ánimo continuo. Mantengamos el paso con ellos mientras siguen a Cristo.

En este momento todos mis hijos son pequeños, por lo que mis lecciones sobre la oración son cortas, dulces…y simples. Por ejemplo, enseño a nuestros hijos que cuando oramos juntos como familia, cada uno de nosotros importa, aunque oremos a solas en silencio.

Me gusta comparar la oración en grupo con los momentos cuando todos los niños vienen a mí con una historia, una petición o un anuncio. Regularmente, uno de los niños hablará a todo el grupo: “¡Máma, no te imaginas lo que hicimos! ¡Fue tan divertido!” o “Mami, nos preguntábamos si podemos comer una merienda” o “¡Feliz cumpleaños, mami! ¡Te preparamos desayuno en la cama!” Ellos saben que un niño habla, mientras los demás se paran cerca y mueven sus cabezas, sonríen, lloran o levantan las cejas en expectativa.

De manera similar, cuando nos acercamos a Dios como familia, uno de nosotras habla, pero todos estamos delante de Dios, compartimos alabanzas, gratitud o súplicas. Nos mira a cada uno y se interesa en lo que estamos pensando sobre Él.  Les pido que se imaginen cuánto se deleita Dios cuando un grupo grande se reúne a decir “te amamos, Padre Celestial”.

¡Mujeres, seamos quienes traen los niños a Jesús a través de la oración! ¡Qué gran bendición nos espera!

¿Cuál de estas cinco ideas captó más tu atención?  ¿Qué añadirías a la lista?

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