El perdón.

Escrito por el 15/02/2016

El perdón  Olvidar una persona la falta que ha cometido una persona contra alguien y no guardarle rencor ni querer castigarle, o no tener en cuenta una persona una deuda o una obligación que otra tiene con ella.

La iglesia no puede sobrevivir sin la experiencia del perdón. Es una actitud importante porque todos somos humanos y todos pecamos. Si usted no pude perdonar a alguien que peca, especialmente que peca contra usted, tiene un cáncer en su ser que está infectando el cuerpo de Cristo.

Veamos cómo nos instruye Jesús a que oremos en mateo 6:12: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. En otras palabras: “Dios, perdónanos en la misma forma que nosotros perdonamos a otros”. En los versículos 14-15 nos dice: “Porque si perdonaís a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Si usted no perdona a otras personas, Dios tampoco le perdonará a usted.

Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y que se le pagara la deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: “Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré”. Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda. Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: “Paga lo que debes”. Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”. Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?”. Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano”».

Cuando alguien nos ordena hacer algo, o nos impone una obligación, es natural que hagamos preguntas. La primera pregunta es: «¿Por qué debería?» y la segunda es «¿Quién dice?». El por qué y la autoridad que existe detrás de ese mandato es muy importante con respecto a la cuestión del perdón.

Para poder responder a la pregunta de por qué deberíamos ser gente que perdona, consideremos brevemente la enseñanza de Jesús en el Nuevo Testamento. En el Evangelio de Mateo, capítulo 19, versículo 21 y siguientes leemos el siguiente relato: «Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?.

cuando nos negamos a perdonar a aquellos que se arrepienten por habernos ofendido, estamos cometiendo una transgresión en cuanto a Dios. Esta es la enseñanza de Jesús. Es su mandamiento. Del mismo modo en el que estamos unidos en Cristo, debemos demostrar esa unión extendiendo la misma gracia que él nos da a nosotros.

 

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